Aléjate de los prospectos misteriosos

Hace poco recibí la llamada de un prospecto que me pidió una cita para reunirnos con su jefe y darme más información sobre un proyecto fotográfico que sonaba interesante. Acordamos vernos en un punto intermedio, un restaurante de conocida cadena. Media hora después de la hora pactada aparecieron con una disculpa:
—Tuvimos que dejar el coche muy lejos porque no encontramos lugar en la calle. —Dijo el primero.
—Pero si el estacionamiento del restaurante está casi vacío. —Dije en tono de reclamo.
—Es que odio los estacionamientos que cobran.—Afirmó el jefe del primero.incógnito

Después de esa afirmación se prendió, en mi mente, el primer foquito rojo.

Ya instalados en la mesa les entregué mi tarjeta de presentación; como no recibí la suya a cambio la solicité explicitamente pero sólo escuché un «¡Uy, es que ya se nos acabaron!» (Se encendió el segundo foquito rojo).

Luego, los dos prospectos de dedicaron a cuestionarme sobre mi experiencia con cierto tipo de fotografía, preguntaron si era dueña de todo mi equipo, si estaba titulada y si tenía disponibilidad para viajar. Como mi respuesta a todas sus preguntas fue afirmativa procedieron a informarme que estaban participando, a través de otra empresa, en una licitación para PEMEX y que necesitaban que les proporcionara una cotización ASAP. Confieso que en ese momento me emocioné un poco: realizar un proyecto fotográfico para una de las empresas más grandes de México sonaba muy interesante.

Entonces tomé mi pluma e intenté recabar la información indispensable para elaborar una propuesta económica, sin embargo, me resultó imposible sacarles mayores datos. Me dijeron que no tenían información detallada sobre el proyecto,  pero que necesitaban les proporcionara una cotización con la lista de precios de mis servicios.

Yo contesté de manera automática: «No manejo listas de precios,  analizo las características específicas de cada solicitud y elaboro propuestas a la medida.» Como mi respuesta no los dejó muy contentos les propuse enviarles algunos ejemplos de proyectos complejos para que se dieran una idea del tiempo de desarrollo y los precios. Ofrecí enviar la información a su correo electrónico que, sin sorpresa, resultó ser un correo de Hotmail (ahora ya se había prendido una alarma en mi mente).

—Oye Javier ¿me regalas la dirección de la página de internet de tu empresa? – Pregunté con tono de desconfianza.
—Esteee… es que no la vas a encontrar. Somos la Empresa XYZ, pero perdimos el dominio porque alguien nos lo quitó ¡pero ya lo vamos a recuperar!—Contestó con risa nerviosa.
—Ok ¿me regalas algún número fijo de tu oficina?—Le dije bastante seria.
—Ya tienes mi celular, ese lo cargo para todos lados.— Definitivamente ya estaban sonando en mi cabeza las alarmas de ¡¡Cliente malo a la vista, cliente malo a la vista!!

No sé qué cara puse en ese momento pero el jefe desvió la conversación diciéndome que ellos «querían jugársela conmigo, pero que no era la única a la que le estaban solicitando una cotización«… pobrecitos, pensaron que con esa afirmación yo me preocuparía, pero todo lo contrario: fue justo en ese instante cuando tomé la decisión de no trabajar con ellos. Abracé mi rica taza de café y dejé que la reunión terminara con la poca inercia que aún tenía.

Como ya no estaba mostrando interés, los dos prospectos intentaron torpemente atraer mi atención «bombardeándome» con información que terminó por asustarme:
—Tenemos un contacto buenísimo adentro de PEMEX y ya tenemos prácticamente ganada la licitación.
—Nuestro socio capitalista ya rentó una oficina especial para este proyecto, en cuanto salga la primera orden de servicio ya te podremos dar datos más específicos del trabajo.
—Tal vez necesitemos que te vayas a trabajar allá durante una semana… o dos meses.
—Mira, en el fondo lo que necesitamos es tener dentro del equipo a un diseñador gráfico con cédula profesional que tenga experiencia comprobable de, por lo menos, dos años en trabajo fotográfico.
—Y si tú no puedes hacer el trabajo no importa, basta con que lo supervises.
—No requieres hacer el trabajo personalmente, lo que necesitamos es que nos envíes tus documentos y nos firmes unos papeles.

En ese momento agradecí la interrupción de la amabilísima mesera que me dio oportunidad de fingir que estaba recibiendo una llamada que me obligaba a dejar la reunión inmediatamente.

Mientras me despedía uno de los prospectos me solicitó que la siguiente cita la llevaramos a cabo en mi despacho ¡el horror! La verdad no quise prolongar la agonía así que les confirmé que prefería no trabajar en un proyecto que sonaba más grande de lo que podría atender y que no me acordaba dónde había dejado mi cédula profesional.

De regreso repasé lo que había sucedido en esa reunión y confirmé que había tomado la decisión correcta. Nunca debo trabajar para personas que se hacen las misteriosas y que eluden dar información clara sobre su empresa; que hablan de proyectos «enormes» y no tienen dinero ni para pagar el estacionamiento.

Al final nunca me enteré a que se dedican exáctamente, tal vez solo eran intermediarios que buscan reunir equipos de trabajo para crear empresas fantasmas que cubran, en papel, los requisitos para ganar alguna licitación. Triste realidad.

19 comentarios en “Aléjate de los prospectos misteriosos

  1. Ushhhh !! el horror este tipo de «clientes» a mi lo que me ha sucedido es que me cita una «empresa del interior de la república que entrará en el mercado del DF» y desean que les cotice un proyecto que incluye de creación de marca, diseño web, publicidad, seo, sem, 3d, 4d, 6d, casi casi piden que les de precio por hacerles el edificio. Por su puesto no tienen website, no tienen tel. de oficina, no tienen tarjetas, no tienen más que un correo de gmail.

    Lo que en realidad da gran coraje es la pérdida de tiempo que significa trasladarse a un lugar, y darles tiempo valioso a «prospectos» que en el instante en que entran al lugar y comenzamos a platicar te puedes dar cuenta de lo irreal de su «empresa»

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    • No, pues así «mi hija no baila con el señor».
      Ojalá tuviéramos una bola de cristal que nos muestre el futuro y nos ahorre tiempo, desafortunadamente seguiremos perdiendo tiempo en citas infructuosas, pero también tendremos citas con prospectos que se convertirán en buenos clientes.

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  2. Hola Leo, siempre he pensado que en mi caso lo más enriquecedor de tus entradas es la reflexión, de cómo reaccionaría yo ante las mismas situaciones que presentas. Por ejemplo, el cliente que llegó tarde porque no encontraba donde dejar su carro gratis.Lo más seguro es que yo le hubiera dicho «no te preocupes», cuando en realidad me hubiera importado. Yo no habría interrumpido la cita, esperaría agonizantemente hasta que el cliente parará de hablar. Aún menos les habría dicho en ese momento que no trabajaría con ellos, quizá hubiera esperado su llamada telefónica para decirlo y evitar el «momento incomodo cara a cara». Todo esto me lleva a deducir qué tan determinada soy y qué tanto me dejo llevar por «la pena».

    En este caso deduzco que como tú no habría trabajado con este cliente, pero estoy segura que hubiera hecho mucho más largo el proceso de desecharlo como cliente, lo cuál me hubiera llenado de estrés y me quitaría tiempo para otras propuestas.

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    • ¡Ay Vero, yo era igualita! pero con el paso de los años le he tenido más aprecio a mi tiempo y ya no me preocupo por parecer «poco amable» en cuanto detecto a un prospecto malo.
      Nótese que dije un prospecto y no un cliente, la diferencia parece sútil, pero importa porque nadie es tu cliente hasta que te encarga un proyecto y te paga un anticipo.
      Sobre lo que mencionas del “momento incomodo cara a cara” te comparto una frase de mi abuelita materna que tenía MUCHA razón: Más vale una colorada que mil descoloridas.

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  3. Hola Leonora oye y no te da miedo citar gente desconocida en lugares públicos, no cuentas con una oficina propia o un lugar para atenderlos porque supongo ellos no tenían ni un lugar por lo misteriosos que sonaban.

    Saludos.

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    • Hola Edgar.
      En este caso nos citamos en un lugar céntrico porque yo estoy en el sur y ellos, dijeron, eran del Estado de México.
      Yo PREFIERO citarme con prospectos en lugares públicos. Rara vez recibo a clientes o prospectos en mi despacho,sñolo a los que ya conozco.

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  4. Me pasó exactamente lo mismo, yo no llegué a la cita, todo fue por teléfono, poca información pero un gran negocio con Pemex (????), en este caso estábamos hablando de bolsas para empacar alimentos; igual, le dije que no tenía la capacidad de atenderlos, es bueno hacerle caso a los instintos. Gracias!

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  5. Buen artículo. Veo que decidiste no decirle al cliente la razón «real» del rechazo.
    ¿Hay casos donde valga la pena hacérselo saber? Decirles «no me parecen una empresa seria» o «si no quieren pagar estacionamiento dudo que después quieran pagarme a mí», o algo así. ¿Servirá de algo? Saludos

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    • Hola Javier.

      Sólo en raras ocasiones confronto a los clientes o prospectos diciéndoles la motivación real que me lleva a no querer trabajar con ellos.
      La razón es muy simple: no me interesa discutir con alguien con quien no me interesa trabajar.
      En este caso tal vez debí intentar «educarlos» resaltando la falta de seriedad al no entregar tarjeta de presentación y no dar certeza con un teléfono fijo o una página web, pero mi intención era salir lo más rápido del restaurante, no quedarme a explicarles los motivos reales de mi decisión.

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  8. Muy buen artículo desgraciadamente a mí también me ha pasado lo mismo, asistir a juntas en donde lo único que buscan es obtener información de tus servicios, o también los miles de correos que llegan de cuentas hechas en gmail, en donde te piden información específica de precios y te mencionan una larga lista de servicios que quieren cotizar. Con el paso del tiempo se hace fácil distinguir entre una cotización seria y las que no lo son.

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